miércoles, 17 de noviembre de 2010

Poema: Ana

Hablábamos de las huellas, de los cráteres de la luna, de los tatuajes de Popeye el marino,
de la arquitectura y de la escritura. Llegué navegando en estas corrientes a las piernas
de Ana.
El cauce de la conversación tocaba aquella historia que algunas familias resguardan bajo el
colchón, otros bajo un cajón medio oculto y unos más en la caja de íntima correspondencia.
Mi río corría a la boca de arándano de Ana. Seguíamos hablando del barco anclado que ya no
flota según el capricho del viento. Y mi ancla era mujer: las caderas de Ana.
Hablábamos de la representación de lo que ya no está y en mi autocinema de cielo estrellado se proyectaba la cinta de
mi princesa de hotel de paso...

El calavera

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