jueves, 9 de diciembre de 2010

Décimo Cuarto Relato: Solo Tu

Aún recuerdo como trataba de adivinar como serías sin la prisión de la ropa y de como a veces me imaginaba correspondida, una caricia por aquí, un roce accidental por allá pero nunca paso algo mas...

Hasta que las coincidencias de la vida, un viaje, y una fiesta nos reunieron como por casualidad...

Emocionada me puse un vestido que sabía resaltaba mi belleza natural, me fui al salón a arreglarme el cabello y radiante me presente puntual a la fiesta que se llevaba a cabo en el salón de el prestigioso hotel donde me encontraba hospedada. Me senté en la mesa correspondiente, platicando con los compañeros de la oficina, rechacé algunas propuestas, acepte otros bailes, pero estaba pendiente de tí...Me encantaba ver como levantabas suspiros a tu paso...
No fuiste a saludarme, ni siquiera te acercaste, realmente me sentía desplazada.

Sobreponiéndome a la depresión que esto provocó en mi, decidí divertirme.

Entre al baño para retocar mi labial y momentos después entraste,me sorprendiste bastante, no sabía que hacías en ese lugar, al principio pensé que te habías excedido de copas.

Me saludaste y me preguntaste si me estaba divirtiendo, a lo cual asentí con un gesto y te devolví la pregunta con la misma cortesía, a lo cual tu respondiste que mi belleza inundaba el salón por completo.Lentamente te acercaste a mi, no sabía si gritar, reír, llorar o simplemente dejarme ir. Te abrace y cuando tu cuerpo estaba junto al mío, susurraste lentamente a mi oído.. “tu cuerpo es mi delirio”. Mi pecho empezó a palpitar como si fuera a darme un ataque al corazón, esas palabras, me dejaron helada y caliente al mismo tiempo.

Empezaste a besarme el cuello y mis manos encontraron tu ardiente cuerpo, con sus líneas convexas, y un solo beso nos trasporto al cielo.

Tome tu cara entre mis manos, deslice mis dedos por tu rostro y lo acerque a mi, mis labios sedientes de los tuyos se encontraron, solo para sacar una pasión desbordada, primero suavemente como si fuera lo más preciado del mundo, después nuestras bocas se entreabrieron para recibir el aliento mutuo.

No hubo necesidad de palabras, solo acerté a decirte que te veía en el lobby del hotel. Después de ahi nos dirigimos a mi habitación, en el elevador, seguimos con el reconocimiento de nuestros cuerpos, ansiosos de llenarse de caricias.

Entramos a la habitación, apenas estaba cerrando la puerta cuando me dijiste “no prendas la luz, y ven conmigo”.

En la inmensidad de la obscuridad me tomaste nuevamente entre tus brazos y seguimos con ese beso, tus labios carnosos jugaban en los míos, me besaste los ojos y seguiste con mi cuello, mientras yo solo disfrutaba extasiada de aquellas caricias sublimes.
Tu olor se acrecentó, excitándome más, parada, nuestros cuerpos uno frente al otro...
Te quite el vestido, dejándote en una tanga de encaje blanco, que hacia resaltar tu tan bien proporcionado cuerpo.
Seguí besándote, tan suave como la seda más fina,tu seguías diciéndome que te tomara, que eras mía, solo mía.

Nuestros pechos redondos se encontraron, eran perfectos, tu aureola rozada adornando tu pequeño y hermoso pezón. Lo introduje a mi boca, con tal delicadeza que solo lo rosaba, empezaste a soltar suspiros, llenando la habitación con mi nombre. Mis manos rebosaban de felicidad al verse llenas con tan sublime acto. Te acosté y te vi, ¡eres tan hermosa como cualquier expresión artística!, no me cansaba de admirarte... Mi diva, mi musa, mi inspiración...
Me volteaste a ver y con una mirada me invitaste a fusionar nuestros delicados cuerpos.

Este tipo de sumisión cuando hay erotismo y sutileza, con un poco de morbo, es un detonador de placer. Yo no podía más que excitarme más, tus palabras... deje de ser yo misma para ser tuya...

Te dedicaba las más tiernas palabras, mientras mi boca buscaba quitar la tela que me separaba de tu paraíso. Por fin llegue a tí, a tu sexo...
Mi lengua lo recorrió... introduje mi lengua a ese río de pasión que solo esperaba mi boca para desbordarse.
Puse mis brazos debajo de tus sensuales caderas para alzar tu pubis hacia mi, llene mis manos con tus redondeces mientras mis labios aprisionaron tu clítoris, succionándolo con tal delicadeza que solo alcancé a notar que te arqueabas de la espalda y gemías de placer… el poder darte este placer era para mi una recompensa.

Mientras... mi cuerpo también reaccionaba, provocando que mi ropa interior se humedeciera del deseo y la pasión que sentía en mí.
Tus manos aprisionaron mi cabeza para saber que estaba a punto de hacerte llegar al clímax, me decías entre jadeos... “hazme tuya, hermosa, soy toda tuya”… y de repente me llenaste de tu néctar, pero a pesar de tan hermosa explosión me invitabas a seguir, con el movimiento de tus caderas, tus piernas y tus manos...

Exhausta y tendida sobre la cama, solo te abrace por atrás, te quite el cabello mojado por el sudor de tu frente y te besé, pegadas cuerpo con cuerpo y alma con alma, desnudas... voletaste para verme de frente y con tu voz aún agitada y escasa de aliento me dijiste “Ahora seré yo quien te posea”...

La maravilla de lo que paso en esa noche solo la puedo resumir en esta frase...
"No hay palabras que no sean burdas que expliquen lo que se siente ser amada... por una mujer."

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