viernes, 4 de febrero de 2011

Decimo Séptimo Relato: Tu mirada

Tus ojos y los míos se cruzan en silencio. Una mirada cómplice. Una sonrisa pícara. Me pongo sonrojada cada vez que me miras así, con deseo y ternura al mismo tiempo, cuando siento cómo tus ojos avellana se clavan en mi piel, intentando desnudarme con la mirada. Me pongo nerviosa y eso te hace reír,te divierte la situación. Me mordisqueo el labio inferior, clavando mis pupilas en las tuyas. Adivinas la lujuria que siento ahora mismo, adivinas las ganas que tengo de que me hagas tuya, de que me hagas sentir una y otra vez que soy yo la única mujer que hay en tu vida. Llega un momento en que me quema observarte así, y quiero arder en ese fuego. Mi corazón late apresuradamente cuando te siento tan cerca, mi amor.

Me tomas de la mano y mordisqueas mi oreja. Te frenas en seco para susurrarme algo al oído. De nuevo otra sonrisita nerviosa de adolescente se dibuja en mi rostro. Sabes que te quiero, que te amo, que te adoro, que te necesito, que, por supuesto, te deseo... y que no hay nada que pueda negarte. Me colocas delante de ti. Quieres que sienta el deseo creciendo en tu sexo. Me gusta cuando empleas ese vocabulario algo obsceno y, tal vez, algo soez y grosero. Me excita. Me pides con la mirada que te lo diga. Ha llegado un momento en el que nos podemos comunicar sin llegar a la necesidad de hablar. Conocemos a la perfección nuestras miradas, nuestros gestos, nuestras reacciones...

Tu amor me transporta a otro mundo, a otra dimensión en la que sólo existimos los dos. Sólo tú y yo, mi vida. Tus dedos hacen surcos en mi piel, en mi espalda. Después acarician mi pelo, mi cabellera castaña. Nos miramos y sonreímos, con algo de nerviosismo. No es la primera vez que nos besamos, pero sí que eres la primera persona por la que siento algo así de fuerte y de especial. Tus dedos se abren paso por la tela de mi ropa. Te das cuenta de que me he puesto ese vestido que tanto te gusta. Eso te alegra. Una sonrisa se dibuja en tu cara. Tus dedos tratan de dibujar formas en mi piel, en mi espalda, en mis manos.

El deseo se refleja en tus ojos.Tus manos acarician mi pecho por encima de la prenda de encaje, que se ajusta a mi cuerpo. Aspiras el aroma que desprende... Sí, huele a mujer, a fémina ardiente. Te gusta. Eres consciente de que tú eres y has sido la única persona que ha conseguido despertar mis sentidos de esa manera. Me miras con picardía, con una cierta dosis de alevosía. Puedo imaginar qué estás pensando, qué es lo que te gustaría hacer ahora. Me miras, una vez más. Sólo de imaginar lo que vas a hacer me enciendo aún más.

Tus dedos acarician mi cuello, mi escote, mientras tus dientes me muerden. Me duele un poco, pero no me quejo... Es algo que me gusta, que me apasiona. Me perviertes. Muerdo mi labio inferior sabiendo lo que se avecina. Tus manos vuelven a mis senos, dispuestos a acariciarlos. Primero, con ternura, por encima de la ropa. Pareces adivinar mis pensamientos más pecaminosos. Parezco adentrarme en tus deseos más oscuros. Tus caricias se vuelven algo más feroces, más desesperadas y voraces. Sacas un pecho del vestido y lo introduces en tu boca. No hace falta que digas nada. Veo reflejado en tus ojos avellana el deseo y la lujuria. Una sonrisa viciosa ilumina tu rostro juvenil. Lames mi seno, lo aprietas con un poco de fuerza, ejerciendo la presión justa. Introduces mi pezón en tu boca, y tu lengua se desliza sobre él. Lo mordisqueas, como si fuera un caramelo.

Un gemido de placer se escapa de mi garganta. Quiero gritar tu nombre una y otra vez hasta quedar afónica. Quiero sentir cómo te vas abriendo paso dentro de mí, de mis entrañas, hasta llegar a caer desfallecida en tus brazos. Repites la operación con el otro pecho. Vuelve a escaparse otro gemido de mi garganta, que callas apartando los labios de mis pechos e introduciendo tu lengua en mi boca. Un murmullo seco ahogado por tus besos para que nadie sepa la forma en que me amas y te entregas a mí. Quieres que me calle, pero al mismo tiempo que grite, pero algo nos frena. Te deseo, no sabes cuánto, no te lo puedes ni imaginar.



Te colocas sobre mí. Siento tus manos acarician ahora mi trasero, levantándome el vestido, notando el encaje de mi lenceria. Eso enciende tu líbido, tus ganas de poseerme ahí y en ese momento preciso. No puedes esperar. Necesitas hacerme tuya. Necesitas que mis jugos de mujer ardiente y niña viciosa al mismo tiempo se deslicen a lo largo de todo tu cuerpo. Necesitas poseerme, demostrarme algo que ya sé, una vez más, que eres tú por quien suspiro, que eres tú el objeto prohibido de mis fantasías y por quien me pierdo en mis noches de soledad. Te lo digo al oído, mientras me aprietas las nalgas, con apasionada presión.

Eso es demasiado para ti. No lo resistes más. Con brío, me despojas de las braguitas que cubren mi sexo. Dejandome a tu merced, dispuesta y preparada para ti. Quieres ser tú quien se ocupe de hacerme sentir una mujer por completo. Llevas esa prenda íntima a tu nariz y aspiras el aroma que emana de ella. Me arrancas un suspiro de placer. Me excita notarte así. Una mano sujeta las bragas. La otra, acaricia mi cuerpo blanco y suave, haciéndome sentir un estremecimiento generalizado por todo el cuerpo... y eso que ni siquiera has llegado todavía a mi sexo.

El olor a sexo inunda la habitación. Quieres que me quede con el vestido, pero sin ropa interior. Me colocas sobre ti y yo me encargo de quitarte la ropa. Primero, la camiseta, para poder mordisquear bien tu pecho, repetir la operación que has hecho tú con mis senos ya exitados, y empaparme de tu sudor, lamer tu ombligo... hasta llegar a la zona donde empieza el pantalón. Después, te lo desabotono y te bajo la cremallera, veo tu ropa interior como si fuera el paraíso y a la vez un obstáculo. Te quito los pantalones. Adivino tu deseo. Quieres ver el vaiven de mis pechos a través del escote del vestido, mientras tus manos se pierden por mis nalgas.


Agotada, por sentirte dentro de mi con tu lengua,tus dedos, tu ser... notas que no puedo respirar y que me falta el oxígeno. Paramos, para que pueda tomar aire, y aprovechas para relevarme. Te colocas ahora tú encima de mí, y tus dedos se deslizan por mi sexo emppado. Mi mano derecha acaricia tu sexo, primero con ternura, luego con algo más de presión, empiezo a mover mi mano con más elociad y noto como enloueces. Por cómo se contraen los músculos de tu cara y las gotitas de sudor que se deslizan por tu frente por la reacción de tu pecho noto que te gusta y que disfrutas lo que te hago. Quiero que vuelvas a abrirte paso dentro de mí. Poco a poco, con todo tu cuerpo quiero que me hags tuya. Mis piernas rodean tu cadera, Acercandote a mi humedo ser. Acaricias mi pelo y me miras a los ojos, intentando tranquilizarme, pues sabes que me cuesta mucho dar ese paso.

Finalmente, lo logramos. Conseguimos ser un único ser. Cuerpo y alma se han fusionado. Ahora ya somos uno. Nuestros dos corazones ahora laten al unísono. Nuestras miradas vuelven a fusionarse. Sonreímos. Ves que estoy llorando, pero es de la felicidad que me embriaga. Estamos así, largo rato, con nuestros cuerpos entrelazados... Después de un tiempo, por fin, estallamos en un orgasmo delicioso. Mis rodillas se flexionan aún más, arrimándose más a ti. Mis labios ya gritan tu nombre con desesperación. Los tuyos me besan, me nombran, me aman. Nos abrazamos. Nos amamos. Nuestros fluidos bañan nuestros vientres, sexos y piernas. Explotamos en pasión de tal manera que inundamos las sabanas. Nos queremos. Nos deseamos. Nos besamos después de este momento tan especial. Nos quedamos así unos segundos más, unos minutos más, hasta que las últimas gotas de placer escurren de entre nuestras piernas. Cuerpos desnudos ,me abrazas y yo te abrazo. Una lágrima de felicidad surca mi rostro y la besas. Besas mis párpados, mis mejillas y mis labios. Y así, piel con pie, nos quedamos dormidos, unidos en un profundo abrazo, tierno, romántico y sensual; siendo tus ojos lo último que veo antes de caer rendida en un dulce sueño, deseando que sean lo primero que vea al despertar entre tus brazos.






Besooos!!! Fanny!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario